El auge de las cocinas fantasma (también conocidas como dark kitchen, cocinas oscuras, cocinas ciegas, delivery-only o restaurantes digitales), incrementado aún más por la pandemia, provoca conflictos en las comunidades de vecinos que se quejan de olores y ruidos.
El éxito de aplicaciones de venta de comida online como Glovo, Justeat o Deliveroo y el confinamiento provocado por la pandemia ha provocado que los españoles consumamos más este tipo de servicios que está ligado a la creación de nuevas cocinas, que no atienden de manera presencial, solo para reparto.
Su publicidad en las plataformas de venta online hace que se puedan emplazar en, prácticamente, cualquier sitio. Provocando en ocasiones que su instalación sea opaca, molesta y que en ocasiones no tengan las licencias ni los permisos necesarios, en otros casos operando con licencias anteriores sin adaptarse a los nuevos cambios, sobre todo por humos, olores y ruidos. También se ha venido detectando en este tipo de negocios incumplimientos en materia laboral y en los requisitos mínimos exigidos en materia de Sanidad. A esto hay que sumar, en zonas donde se dan grandes concentraciones de ellas, los problemas por el incremento de la movilidad provocado por los riders, camiones de reparto y zonas de carga y descarga, lo que supone un incremento significativo del tráfico de la zona.
La peculiaridad de este tipo de cocinas hace que se instalen en lugares donde hasta ahora no había este tipo de negocios clasificados por la mayoría de las normas municipales y autonómicas como "molestos". Los barrios de las afueras de las ciudades en donde antes se respiraba un ambiente de tranquilidad han empezado a transformase en zonas bulliciosas en donde se implantan cocinas opacas, sin licencias y sin ningún control sanitario ni laboral.
Además ya se han identificado casos de cocinas fantasma en domicilios particulares. Las cocinas domésticas no están preparadas para este tipo de uso intensivo y los riesgos a los que nos enfrentamos con estas instalaciones van de los molestos, como ruidos y olores; sanitarios, como las malas prácticas en conservación y/o manipulación; y los de seguridad, riesgo de incendios, explosión...
Algunos ayuntamientos apuran planes para este tipo de negocios ya que, en la actualidad, la normativa no está del todo preparada para recibir la cantidad de establecimientos que están por iniciar; negocios que deberán tener un encaje dentro de las cocinas industriales y la normativa que le sea aplicable. En todo caso, al ser un negocio nuevo tendrán que ser las administraciones las que regulen y establezcan cuáles son sus límites, porque lo que si está claro es que han llegado para quedarse.
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