Llevar perros sueltos en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido se ha convertido ya en el principal motivo de infracción. De las 56 denuncias formuladas en el año 2017, se pasó a 90 un año después y en 2019 se registraron 98, una cifra que encabeza la tipología de conductas sancionables en el espacio protegido. Su creciente número ha hecho que
la Dirección y el Patronato se planteen revisar el permiso de entrada de estos animales y seguir los pasos de Francia, en cuyo Parque Nacional de los Pirineos está totalmente prohibido acceder con un can. A este lado de la frontera solo se permite si van atados.
El año pasado se produjeron en Ordesa 284
denuncias. Además del
casi centenar relacionadas con los perros, el
segundo lugar en la lista de infracciones lo ocupa la
acampada no autorizada o fuera de la zona habilitada con 97 (63 por acampar y 34 por pernoctar en vehículo),
seguida de la circulación o estacionamiento fuera de pista autorizada: 31 por circulación, 17 por ir en dirección prohibida, 15 por estacionamiento irregular y 6 por circular en bicicleta.
En cuarto lugar está el sobrevuelo. En 2019 hubo nueve denuncias: dos por volar con una aeronave por debajo de la altitud permitida, 5 por hacerlo con drones y 2 por utilizar un parapente. El Plan Rector de Uso y Gestión prohíbe volar por debajo de los 3.000 metros sobre la vertical del terreno para no perturbar a la fauna ni el silencio que buscan los visitantes. El uso de drones también es un motivo de alarma, ya que hace dos años solo generó una infracción.
Llama la atención que aún haya quien se atreva a hacer fuego en el Parque Nacional, máxima figura de protección, pues todos los años existe alguna infracción relacionada con esta peligrosa práctica: una en 2017, dos en 2018 y una en 2019. Y por bañarse en el río también se han disparado las denuncias, pasando de una a seis en esos ejercicios.
Las cifras proporcionadas por el Parque indican que
el total de denuncias va a más, pues han saltado de 223 a 263 y a 284. Todas las infracciones preocupan, pero especialmente, por su número, los perros sueltos, como ya avanzó la directora del Parque, Elena Villagrasa, el pasado fin de semana, en una época en la que se dispara la afluencia de visitantes. El Patronato decidió darse un plazo de un año para analizar la propuesta de los ecologistas, partidarios de prohibir la entrada de estas mascotas por los problemas generados con el ganado pero también las molestias a la fauna salvaje.
Cabe recordar que la iniciativa fue de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ), en nombre de las organizaciones conservacionistas. Este será un año de prueba, a ver cómo evoluciona, antes de tomar la decisión, dice la directora, quien no oculta que es un asunto "problemático".
El verano pasado un excursionista fue atacado por unas vacas cuando iba caminando por la zona de la Cola de Caballo junto a su perro. Al pasar por la zona donde pastan, en el circo de Soaso, el animal debió ladrar o realizar algún movimiento que puso nerviosas a las reses y empezaron a patear y dar golpes al dueño de la mascota. Tuvo que ser evacuado en helicóptero y hospitalizado. Este caso no es excepcional, ya que cada año se producen incidentes entre los perros y el ganado.